10 ene 2015

Incontinencia textual

Me di cuenta que algunos hombres sufren de incontinencia textual. Los síntomas de este mal aparecen generalmente de madrugada y son directamente proporcionales al nivel de alcohol en sangre. Están también los que presentan un brote en otros momentos del día y sin los efectos de sustancia alguna a la que se pueda acusar por la ausencia de frenos deshibinitorios y otros que la padecen de manera crónica.

¿Qué les hace pensar que una catarata de wasaps cada cinco minutos puede lograr algún resultado positivo entre las tres y las seis de la mañana? ¿Qué mujer en su sano juicio no va a huir despavorida ante la ametralladora de mensajes, que empiezan con un: estás…y sigue con infinidad de emoticones carentes de todo tipo de sentido?

En primer lugar, mis estimados caballeros, a ninguna mujer nos resulta grato ser considerada como un salvavidas ante el naufragio de vuestro patético plan de cacería nocturna. Por ende si ya tienen sobrados antecedentes de recurrir a este tipo de salvataje: Anticipen la jugada muchachos! Es decir, tipo seis de la tarde hagan una primera incursión amistosa y tanteen el terreno. Dejen abierta la posibilidad de un encuentro esa noche. Si ya en ese momento los cortamos el rostro, a barajar y dar de nuevo. Pero si les dejamos una puerta abierta y en el mejor de los casos para ustedes la noche les ofrece nuevos puertos para anclar, quedarán como canallas. Y aunque es rara la lógica femenina un canalla mide más que un boludo en el ranking de nuestras preferencias.

Y si el blanco del tsunami de mensajes es una ex, lo único que hará esa mujer es reafirmar que la mejor decisión que pudo haber tomado es la de haberlos mandado a freir mondongo. Si alguna mínima posibilidad de reconsideración cabía, nuestro pensamiento no será: ¡Cómo me tiene presente, se acuerda de mi, qué tierno! Por el contrario, automáticamente diremos: Este soberano imberbe, otra vez salio de joda se emborrachó y como no enganchó nada, me escribe a mi, como pude salir con un tipo así.  

Además supongamos que sean un espécimen que nos despierte algún tipo de interés, después de leer: ¿Qhuer estgadsz hgfacienlohgo? ¿Qheyures q nous vehataamos? Y luego de traducir lo que quisieron decir deduciremos que si no demuestran el mínimo dominio de vuestros dedos para escribir algo medianamente coherente, poca chance de que dominen otras partes de su cuerpo. Sin duda no son una buena opción.

Otra sugerencia es: No hagan preguntas cuyas respuestas son obvias por ejemplo: ¿Por qué no contestas? A ver…tal vez estoy durmiendo o no me interesa hablar con vos o estoy haciendo algo más interesante… La falta de respuesta es toda una contestación y el simple hecho de estar en línea no quiere decir: Estamos disponibles!

Están los del tipo “romántico” o los del tipo “depresivo”. Los primeros pueden mandar algún verso de alguna poesía, alguna frase que sacaron de mandar Amor al 2020 o alguna letra de canción. Hay que valorar el esfuerzo, si la originalidad vale la pena. Aunque tengan en cuenta que entre esta y el ridículo hay una delgada línea.

A los que les pinta el bajón, buscan hacernos sentir culpables si no los damos bola o tienen la facilidad de ubicarnos en ese papel que tanto nos gusta a nosotras de “ser sus salvadoras”. Ellos están mal y pretenden que escuchemos sus dramas, que pueden ir desde la incomprensión de la desigualdad en el mundo, el tedio de la vida rutinaria, la no superación de la separación de los padres cuando tenía seis años o que su primera novia lo dejó a los 14. Y aquí un mensaje para las mujeres: Huyan y si quieren hacer la buena acción péguenle el contacto de un buen psiquiatra.

Los seriales son interesantes porque parece que tildan toda la agenda del celular y mandan en cadena el mismo mensaje, cual malloneros, esperan ver que cae en la red. Sus mensajes genéricos encabezados por palabras como: Linda, Hermosa, Bombón, Princesa y cuanto calificativo de mal gusto se te ocurra. Seguramente en su agenda estás vos, tu hermana, tu prima y tu mejor amiga y a todas escribió lo mismo.

Los misteriosos. Su estrategia es sembrar curiosidad. Se creen Stephen King. Los maestros del suspenso pueden mandar un mensaje en blanco, tres puntos suspensivos, un signo de interrogación… Dejan todo librado a la imaginación para que nos quedemos pensando qué habrá querido decir. Nada, no dijo nada. Porque si hubiera querido decir algo lo hubiera dicho. La nada misma, eso es todo. Primero que se esfuercen en tener algo interesante que contar.

Y por último los confundidos, son esos que escriben a sabiendas que está equivocado el número. Esperan que la respuesta sea: Me parece que te confundiste. Y con ese pie empezar la charla. Es tan improbable que se haya equivocado como lo es hoy por hoy que te digan: No recibí tu mensaje, viste lo mal que andan los teléfonos.

Una buena opción, bastante drástica pero que les garantiza un poco de dignidad, es dejar el celular en vuestras casas. O pedirle a un amigo que cuando vea que empiezan con los primeros indicios de la incontinencia textual, les secuestre el aparato y no se lo devuelva hasta el otro día. No todos están capacitados para mezclar alcohol con wasap. Aunque mejor no, es muy divertido leerles a nuestras amigas el cúmulo de mensajes al día siguiente.

En definitiva, seguro habrá mujeres que padecen de este mismo mal, pero que se encarguen ellos de escribir nuestra semblanza.













1 comentario:

Susana Falcón dijo...

Muy bueno!! mejor expresado imposible!! es tal cual...