16 sept 2011

PREJUICIOS


El sol brillaba con intensidad irritante. La hora transcurría entre la siesta y las primeras horas de la tarde. Si bien la estación todavía era el invierno, el termómetro superaba seguramente los treinta grados. En las calles el ajetreo era el previo al arranque de la segunda etapa de la jornada. Los negocios levantaban perezosos las persianas. Algunos empleados puntuales aguardaban acalorados sentados en las vidrieras que los encargados de las llaves abran las puertas de los locales. Escolares bulliciosos salían de los colegios en grupos creando universos adolescentes totalmente abstraídos del mundo que los rodeaba.

El nutrido quiosco de diarios y revistas ocupa gran parte de la vereda angosta. Está a pocos metros de la esquina. A la clásica estructura de chapa le sale una extensión lateral, una especie de mesada donde se apilan los libros discontinuos coleccionables que acompañaron ediciones de algún diario de tirada nacional. Mucho Borges. También se exhiben miniaturas de dudosa utilidad. Junto a discos compactos y dvds forman parte del remanente que no fue reclamado por los coleccionistas sin conducta que seguramente encargaron el ejemplar y luego nunca lo retiraron.

En la nave central del quiosco se exponen las publicaciones actuales. Los diarios del día, las revistas del mes y las ofertas de lanzamiento. Siempre el primer elemento del conjunto se ofrece a un precio atractivo muy por debajo del que se consigue en el circuito de librerías. Menos costoso también que sus sucesores.

Allí estaban cuatro o cinco ejemplares de “Bestiario”. El libro de Cortázar de 1951. Es la primera serie de cuentos publicada por el autor argentino que nació en Bruselas y murió en París. Tomo el cartón que lo contiene y que lo triplica en tamaño. El papel film que envuelve el libro lo mantiene inamovible en su lugar, centrado y al resguardo del ajado de los dedos hurgueteadores de los curiosos. Necesito asegurarme que sea el primero de la colección. Al reverso está impresa la fotografía del conjunto. Son quince, tal vez más, tal vez menos. El próximo es Rayuela y se anuncia con tipografía de promoción de supermercado que costará el doble.

-El que viene es mucho más caro.

Esa fue la advertencia de Ana, la encargada del puesto de diarios que estaba sentada en un taburete bajo pegado al borde del cordón de la vereda y de cuya presencia hasta ese preciso instante no me había percatado. Giré. Vino hacia mí.

La mujer aparentaba más de cincuenta. De vestimenta sencilla y desalineada. Las raíces de su oscuro cabello estaban salteadas con muchas canas que contrastaban con el resabio de una descolorida tintura en las puntas. Todo sujeto en una cola de caballo. Pequeña y regordeta. Remera a rayas y pantalón de gimnasia. Zapatillas pobres. Con muchos menos dientes que los necesarios para una buena sonrisa.

Intentando justificar el aumento considerable del precio del segundo número le señalé el dibujo donde están alineados con el lomo a la vista, los quince, tal vez más, tal vez menos; libros de Cortázar.

-Pero es el más gordo- dije haciendo referencia a la cantidad de páginas mientras decidía dar el primer paso para comprar mi primera colección de un reconocido autor de quien nunca había leído nada.

-Es su obra más importante- comentó Ana con un tono de autoridad en la materia que me sonó a falsete.

-Yo empecé a leer Rayuela, pero no lo terminé. Es bastante complicado- comenté con un tono de falsa modestia queriendo dar a entender una lectura mucho más significativa de la obra en cuestión cuando en rigor de verdad solo habré hojeado una decena de páginas.

- Si. Es un intelectual y los intelectuales son algo complicados.

- ¿Usted leyó Rayuela?

- Si. Hace mucho. Antes leía mucho. Ahora ya no. Después de los cuarenta no se ve bien de cerca y todavía no puedo hacerme los anteojos. ¿Vos no leíste “Casa Tomada” en la escuela? Te deja pensando en quién tomó la casa. De todas maneras me gusta más Sábato. El túnel. Pobrecito se murió hace poco.

-No- respondí desnudando una total ignorancia y apuré el trámite de pago para salir de la vergüenza íntima de haber prejuzgado.

De noche ya. En casa después del trabajo desembalé “Bestiario”. Al abrir el libro, el primer cuento es Casa Tomada. Me enteré que era de Cortázar y que fue el primero que escribió y que en verdad no se sabe quien tomó la casa.

No hay comentarios.: